Es indudable que la descomposición de las partes del todo por muy bellas que sean cada una de ellas no produce el efecto que la producida por una correcta relación entre las mismas.
Esto nos ocurre cuando contemplamos el paso de la Hermandad de la Parroquia del Divino Salvador, cuando la inigualable talla de Juan de Mesa es colocada en el canasto que tallara Francisco Antonio Ruiz Gijón.
Quizás, sea el paso de Cristo de mejor factura, a pesar de que en el intervienen diversas manos, es decir, que, a pesar de irse ejecutando a lo largo del tiempo, se ha dado con las proporciones exactas para que de manera subconsciente apreciemos la belleza de sus líneas y volúmenes.
Y si el resultado ha sido el que vemos hoy en día, es precisamente porque estas proporciones para el ojo humano son las que este asimila como canon de belleza aun sin su comprensión.
Este modo de composición es la que siempre han utilizado los clásicos en sus obras de arte.
Si a esto le unimos la calidad de cada una de las piezas que componen el conjunto, el resultado es el que podemos contemplar hoy en día.
Analizando el paso observamos como en el conjunto, tal y como se señala en las imágenes, se buscan líneas proporcionadas que desapercibidas por la retina del espectador, producen un efecto de belleza en el subconsciente de este.
En un análisis sobre la marcha podríamos detallar lo siguiente:
1. Se puede establecer una superposición de “capas” o estratos en aquellas partes que componen un paso actual y que en este caso se construyen equidistantes con idénticas dimensiones de altura : respiraderos, canasto, monte, cruz y coronación (líneas paralelas de color verde limón)
2. Se compone un triángulo equilátero que inscribe el canasto, el monte y la parte inferior del larguero de la cruz, cuyo vértice superior son los pies del crucificado. Si prolongamos los lados de dicho triangulo, estos se cortan en el crucero del madero formando otro equilátero en el que se inscribe el cuerpo del Cristo. Son dos triángulos equiláteros invertidos unidos por el vértice de los pies del Cristo, uno incluye canasto, monte y cruz mientras que en el superior se sitúa la talla. (triángulos morados)
3. La línea que forman los ejes de los candelabros componen un rectángulo junto con la base de apoyo de estos en el canasto y el crucero del madero, en el que se inscribe la iconografía: el Crucificado y el monte Calvario (rectángulo verde)
4. Este rectángulo que componen el eje de los candelabros y el crucero tiene Proporciones Áureas, tal y como se trazan en la figura 2 (rectángulo color blanco). Esta proporción son las que se componen mediante la (conocida como Espiral de Oro o Espiral Áurea) se halla permanentemente presente en la naturaleza: en las semillas de un girasol, en las conchas marinas... Componer una imagen siguiendo esta espiral nos resulta agradable visualmente porque las proporciones que se obtienen nos parecen naturales.
De esta forma se le atribuye un carácter estético a aquello objetos cuyas medidas guardan la proporción áurea. Algunos creen que dicha proporción posee una importancia mística. A lo largo de la historia, se ha atribuido a este motivo su inclusión en el diseño de numerosas obras de arquitectura y arte, siendo permanentemente utilizada en el arte clásico.
Los clásicos usaban dichas proporciones áureas en numerosas composiciones tal que, de esta forma el subconsciente del ojo humano, lo asimila como bello.
Así pues, nos encontramos que la composición que forman el paso y la talla del Cristo del Amor, aun no buscado, el paso del tiempo ha ido concluyendo en esta joya que, a la vista de todos, resulta indiscutiblemente armoniosa y bella. Casi todo en el Arte y en la belleza que nos transmite no es fruto de la casualidad.
ESTUDIO DE PROPORCIONES